14 de noviembre de 2014

"La señora Hich no puede abrir puertas sin pensar en la escena del cuchillo y la ducha"

La señora Hich no puede atravesar ninguna puerta desconociendo lo que hay del otro lado sin pensar en la escena del cuchillo y la ducha. Por eso esto para ella no es más que otra situación, ya está acostumbrada, sólo se limita a ver si del otro lado está lo que busca y sino cerrar la puerta y seguir buscando apurada. Para mí, que la miro desde atrás es mucho más divertido, claro. Entra a aulas interrumpiendo clases y repitiendo en tercera persona "la señora Hich no puede abrir puertas sin pensar en la escena de la ducha y el cuchillo".
Mi profesor de cine de 4to año me enseñó a dormir con un anotador  y una lapicera en la mesita de luz, hecho que practico desde ese entonces, que sin reparar en años es muy anterior a El Secreto de sus ojos, pero esta pelotudez la deben hacer mil personas más, y todos anotamos cosas que no concretamos y las cuales pierden sentido si no se resuelven en el breve lapso. O me olvido por qué escribí algo, o no entiendo la caligrafía, o simplemente la idea que me parecía maravillosa es espantosa y encima gasté una hojita. También me enseñó sobre ilusiones ópticas y que la cocaína es mala. Ahora me comenta fotos en facebook.
Yo nunca duermo mucho, ni más de tres horas seguidas, ni de noche, ni de día. Contrariamente a lo que preveen los médicos, soy una persona feliz y despierta. No tomo pastillas, no me deprimí nunca ni sufro problemas meramente físicos, así como ataques al corazón o estrés. Quizá quién me fabricó le pifió en el botoncito de Morfeo y bueno, sé perdonar errores. O quizá estoy enferma sin síntomas visibles y me voy a morir en un año.
El tema es que, como cualquier estudiante de cualquier carrera, cuando rindo no duermo, y a fin de año mi cabeza es un festín de exámenes, marihuana y mates lavados.
En fin.  Ahora apareció esto en mi computadora:







Y yo intengo entender el momento en el que transcribí lo del anotador a un block de notas, pero igual no entiendo mucho.

La señora Hich no repara en la cara de los alumnos, pero yo si, entonces no hay nada más divertido que perseguirla, porque tampoco repara en mí. Igual yo debería estar buscando mi aula, porque rindo una materia que no se cuál es, en un aula que tampoco se cuál es, pero todos sabemos que voy a aprobar, porque mi profesor es el Tano. Igual la sigo. Por un jardincito que tiene una mesa llena de ravioles, como si estuvieran filmando, es un set abandonado, los ravioles se les van a poner gomosos. Ay ay ay!
Debo estar en la Fadu, cualquiera, porque yo rindo en Puan ("filoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo" dice el texto del block), entonces, por lógica (?) corro a la izquierda. Desaparecen los sets y las aulas multimediales, y todo se vuelve más rústico y más verde, todo se vuelve más Puan. Entro a un aula, el profesor está muy cerca de la puerta y le grito en la cara "LA SEÑORA HICH NO PUEDE ABRIR PUERTAS SIN PENSAR EN LA ESCENA DEL CUCHILLO Y LA DUCHA". Yo?, si, se lo estoy gritando yo. Que no soy la señora Hich.
No, esperá. Muriel, definí los rasgos de su cara.
Muriel tarda y yo estoy apurada.
Dale Muriel, no es difícil.
Muriel se ríe porque no entiende, es de las boludas a las que las situaciones inesperadas le dan vergüenza y espera que una sonrisa solucione la consigna del profesor. Algo así como "no me puede preguntar nada, si acaba de ocurrir una situación inesperada", volvete a Medicina Muriel, por más que te esfuerces el cine no te apasiona.
En la primera fila Matías, un compñero de mi hermana que me gustaba cuando estaba en secundaria. "Tu cara no es fea, pero vos siempre tuviste muchos problemas, algo con tus viejos, no?". Mis viejos?, inventame mil problemas pero con mis viejos tuve nulos, callate, vos te pusiste feo después de tres años.
Cito: "Muriel, mi cara es triangular, pero tengo ojos muy grandes, así que poneme de frente, porque en el perfil mi nariz es asimétrica y rompe los tercios". Y me voy. A la izquierda, a Puan, al verde. Pero llego al club, al subsuelo que está mejor iluminado de lo que los dos reflectores hacen en la realidad de él. Ahí juegan al básquet. Subo, le doy plata que desconozco a mi entrenadora y juego. Defiendo una pelota en 1, pero me siento mal, me golpeé la pera contra el piso y me desmayé. Me levanto, y le digo a una compañera que ella no podía exigir nada de nadie porque lo único que hace es perder pelotas contra la red y encima poniendo cara de orto. Todos se asombran de mi sinceridad y no quiero estar en el momento en la que la analicen. Bajo y un nene me da un caramelo de miel que hizo en el jardín. Aunque intento pagárselo su madre me lo aleja con una sonrisa falsa, porque claro, acabo de tener un acto de sinceridad a los gritos en medio de una cancha.
Una casa, mi casa, cualquier casa. Abro la puerta casi tan brucamente como la señora Hich, porque le tengo que explicar a alguien, a quién sea, con quién viva, que Paco se come los cactus porque es la única manifestación de vida que encuentra en doce horas de abandono.
Me despierta una alarma que pretende ser amable (ay ay ay Samsung), ignoro los mil mensajes de todos los medios que me llegaron, porque claro, me quedé dormida. Pero no lo entienden...
Voy al baño, abro la puerta con adrenalina y grito "LA SEÑORA HICH NO PUEDE, PERO NO PUEDE, NUNCA, ABRIR UNA PUERTA SIN PENSAR EN LA ESCENA DEL CUCHILLO Y LA DUCHAAA!!!"
Aparece la figura (masculina) alarmada, para ver si me pasa algo. No, no me pasa nada. Las mascotas. Estoy acá, de nuevo en mi vida, sin señoras ni ataques de sinceridad. Con el mismo mate lavado que dejé hace dos horas atrás en esta misma mesa de computadora, sólo que ahora está frío, e intento escaparme de todas estas cosas por un papelito de anotador y un resúmen en block de notas.
El arte es mi milagro. (y hoy un círculo)



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