21 de abril de 2014

Buscando descifrarnos no hay nada mejor que casa.

Volvía sin haberme ido: Montevideo, que duerme su eterna siesta sobre las suaves colinas de la costa, indiferente al viento que la golpea y la llama: Montevideo, aburrida y entrañable, que en verano huele a pan y en invierno a humo.
Mi adolescencia y parte de mi infancia fueron de acá y de allá. De acá por amor, amor en serio, el que calienta las venas; de allá por elección. Nadie sabe cuándo fue que quise descubrir a tan maravilloso lugar (y aburrido, tiene razón). A los diez años algo que ni siquiera entendía se despertaba, ska en cassettes que sabían distorsionar a la perfección cualquier sonido, muchísimo más los vientos avasallantes de un género que reivindicaba a los fabulosos Cadillacs. Más tarde, cuando la edad y el documento renovado me lo permitieron, crucé a ver qué era lo que hacía que sus gentes fueran lo que no son acá.
Un conjunto de amigos que se ven poco y se abrazan mucho. Algunos amores que no supieron resistir la inevitable distancia. Terminologías y lunfardos que terminan siempre en una misma canasta para que otros grupos de amigos rezonguen bajo el "paaah, bo, qué te hacé el porteño?" y el "hablá bien, uruguaya de mierda!". Los años, las remeras de Nacional, el intercambio de Fernet por Canarias, de a mucho, y de contrabando en las fronteras, porque no se hasta cuándo no vuelvo a cruzar después.
Hace poco volví a ver a un amigo que quedó encerrado en el tiempo, en universidades y trabajos que no quiere. Nos juntamos inevitablemente porque Once Tiros tocó de este lado, y justo éste sábado no jugó Nacional (sino no hubiera venido).
-Extraño acá bo. Ustedes, el fernet.
-Callate loco, no te pongás en puto y no vengas más, acá nadie te quiere y allá la tienen legal, no se de que te quejás.
-No me quejo, pero ta, che, ustedes también pueden venir.
-Nosotros fuimos las últimas 3, en la de febrero el auto se rompió y nos salió como una luca, está enyetado vieja, quedamos en cero, vos porque venís en botecito.
-Me vine en micro bo!, el Buque se me fue a los 1200.
-Entonces no vengás más, pobre, acá tenemos un gobierno peronista, dejá de quejarte como una nena y tomá que se calienta.
-A veces pienso en venirme pacá, quedarme acá, tendé?
-No!, insoportable de mierda, ni se te ocurra.
-Acá tengo lo que allá no, tendé?
-Acá no tenés nada vieja, quedate donde estás que estás bien.
-Acá tendría todo bo, imaginate, la ciudad de la furia, bo!
-Jajaja, callate boludo, vos acá no aguantás más de dos meses.

Después de tomar mucho más, después de la música, del fútbol, de más música y noches que terminan en vómitos y desayunos en la terminal de micros, saludé al pibe en cuestión. Cuando lo abracé pidiendole que en mayo vuelva a venir me dijo al oído, "yo se que vos si lo vas a entender, yo no soy de acá, pero no puedo vivir sin esto".
Me costó dormir. Estaba muy cansada, ya no estoy para estas giras, y sin embargo no pude dormir.
Somos una sola cosa que los pelotudos se empeñan en separar. Si ustedes supieran lo que a mi me pasa cuando voy a Montevideo, si ustedes escucharan el amor con el que habla mi amigo de "la ciudad de la furia", entenderían. Encuentro todo lo que me falta allá. Somos pocos los que nos aceptamos divididos en dos partes del mundo, y acá seguimos.
(la música es un milagro)

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